Yo quería ser médico_
Como muchos niños que jugamos al doctor cuando éramos chicos, el sueño de convertirme algún día en medico también vivía en mí.
A punto estuve de meterme al “Área 2” cuando entraba a tercero de prepa. Esta área te preparaba para las disciplinas de química, biología y medicina, pero era la más difícil, y la mayoría de mis amigos se iban al Área 3 que era la del desmadre y la de administración de negocios.
Mi mejor amiga se fue al Área 2 y le ayudé a estudiar para el propedéutico de la universidad. De alguna manera siempre supe que, si la medicina iba a ser lo mío, lo que me iba a gustar era estar más en el lado de la investigación (como en genética o algo así) que en el lado clínico viendo pacientes. Mi papá es dentista de niños, y por alguna razón crecí con la idea de que “no me gusta la sangre”, con la idea de que no me gusta “hablar con las mamás” y con la idea (que sigo teniendo) de que “no me gusta oír a los niños llorar”. Por lo que, para mí, una carrera en salud tenía más que ver con estar en un laboratorio, publicar papers y dar conferencias, que en una sala de consulta conectado con la gente.
(También quería ser escritor y estudiar filosofía, de hecho, eso decía mi examen vocacional que nos hicieron a todos en la prepa, pero “ahí no hay dinero” también era parte de la cultura que mi papá pudo muy bien comunicarme, como imagino lo hicieron con él cuando eligió su profesión.)
Ahora que escribo esto, no es la primera vez que me doy cuenta de que las ideas que te meten de niño, la cultura a tu alrededor, tiene un impacto muy grande en tu vida. Y que, a veces, esa cultura, puede ser cuestionada. Eso de “no me gusta la sangre” se puede re-interpretar constantemente: la sangre es vida y el miedo o asco de verla viene de tener una visión reducida de lo que la sangre es, lo que la sangre hace por nosotros y lo que representa simbólicamente como posibilitadora de vida. Eso de que “no me gusta oír a los niños llorar” tal vez tiene que ver con el niño en mí que está asustado y no sabe dónde poner su ansiedad cuando está presente frente al llanto de alguien. Hablar con las mamás, hoy me doy cuenta, es algo que tal vez heredé de escuchar a mi mamá hablando del trabajo de mi papá, pero hoy lo veo como uno de los grandes regalos de poder ser médico y conectar con tus pacientes. La conexión humana es algo que me encantaría tener con pacientes. En ese lugar de vulnerabilidad, de autenticidad y de plena confianza con el experto; en ese espacio donde hay incertidumbre y necesidad, donde hay dolor y desesperación, es también un lugar de conexión, de significación de la vida y de recordarnos que de esto estamos hechos también.
Lo afortunado que soy es, que, aunque terminé estudiando economía, el destino me puso a trabajar en la industria de la salud a través de un banco. Pero no de dinero, sino de células madre. Y entonces me sumergí al mundo de la medicina regenerativa y eventualmente a abrir clínicas donde me pude preguntar y confrontar: “¿Qué es realmente la salud?”
No creo saber qué es la Salud, ni quiero un día pretender saberlo, pero me queda claro que la salud es bienestar, y el bienestar es la integración -por no decir constante esfuerzo de equilibramiento- de todas las esferas: física, mental y espiritual, pero también económica, social, ocupacional, intelectual y ambiental.
Así que, entre que empresario, entre que escritor, entre que maestro, entre que consultor; pues hoy me dedico a hacer salud. Y por hacer salud, de alguna manera, soy también médico.
Así como el médico actual que genera salud no sólo sabe de fisiología y genética, sino que es también un poco Chef, un poco terapeuta, coach, maestro, político, y un poco, a veces, guía de meditación. Yo, precisamente porque tengo una multi-ocupación y un multi-enfoque, es que estoy haciendo salud y estoy viviendo mi sueño de ser médico. También soñé con ser arquitecto y justo hoy me encuentro participando en un simposio de Wellness y Real Estate donde toda la concepción filosófica del Wellness está siendo transformada a través de esta enorme ciencia y este arte. Y me creo también que tengo algo que aportar a ese mundo y no llamarme arquitecto. Aunque sí un poco.
Ultimadamente, esta es la gran bendición de trabajar en salud y bienestar: poder articular todos los sombreros que tienes, todos lo roles que escoges, todos los trabajos que sueñas, en un principio coherente, legítimo y hermoso: generar bienestar desde el bienestar.
Hoy, todos, tu, yo, tu hermano, tu mamá, tu hijo, estamos en la práctica de hacer salud y bienestar. Y si bien cada uno tendrá un expertise específico, nuestro nuevo paradigma de integración nos hace ver que, conectando saberes, prácticas, roles, disciplinas, personas; así como conectando con el planeta y otras especies, estamos reinventando definiciones de bienestar.
Esta ha sido una de las realizaciones más interesantes de mi Curso de Pensamiento Complejo, Crítico, Multidisciplinario y Sistémico en Salud: no importa si eres médico, nutriólogo o dentista; no importa si eres mercadólogo, educador o ingeniero químico; las preguntas de bienestar, sustentabilidad, regeneración, felicidad, están en todas esas profesiones y en todas esas personas. Y nos une la necesidad de continuar integrando los negocios, la currícula académica y las profesiones de salud dentro de nuevos paradigmas.
A reserva de que no sé pronunciar algunas enfermedades o partes de las células, a reserva de que si mi hijo se cae no sé que hacer y lo llevaré inmediatamente al médico, a reserva de que mi teléfono lo apago cuando otros están alertas, a reserva que no pasé largas horas en guardias y residencias, puedo llamarme Médico o al menos Generador de Salud. El sueño que siempre quise y que sin darme cuenta ya estaba viviendo.
Ahora que estoy conectando los puntos de mi historia a la manera que lo hacía Steve Jobs en su famoso discurso, me doy cuenta de que esto es inevitable para todos los que vivimos tratando de equilibrar los pilares del bienestar. Es decir, si dedicas tu tiempo a equilibrar las áreas de tu vida, inevitablemente conectarás también los puntos y las historias de tu pasado que te tienen aquí hoy. Querer conectar todas las esferas de la vida, nos ordena también la historia que nos contamos de nosotros mismos.
Nuestros padres nos educaron para estudiar profesiones que el mundo necesita, esto es inteligente, pero me parece aún más, como lo dice la famosa frase:
“No busques lo que el mundo necesita, busca eso que te hace sentir vivo, y hazlo, porque el mundo necesita más gente que cobra vida”.
Victor Saadia es creador del “Curso de Pensamiento Complejo,Crítico y Multidisciplinario y Sistémico en Salud” que está por empezar el 5 de octubre de 2021.