Tiger Woods, Roger Federer y el pensamiento transdisciplinario_

Todos conocemos la trayectoria de Tiger Woods. A los 7 meses de edad le dieron un palo de golf, a los 10 meses ya imitaba el swing de su padre, a los dos años ya lo podías ver en televisión nacional. A los 21 se convirtió en el mejor golfista del mundo. Tiger es uno de los mejores ejemplos de que para ser el mejor tienes que dedicarte a una tarea, y solo a una tarea, por mucho tiempo.

Hay otra historia menos conocida de otro deportista que también llegó a ser el mejor del mundo. A los 6 años jugaba Rugby, después hizo algo de esquí y algo de lucha. Su mamá era entrenadora de tenis, pero se negó a entrenarlo porque no regresaba las pelotas correctamente. Jugó basquetbol, ping-pong y natación. Cuando sus entrenadores lo querían subir a un nivel más alto, él declinaba porque prefería hablar de luchadores profesionales con sus amigos. Y seguía probando más deportes: hándbol, voleibol, futbol, bádminton y patineta. ¿Quién es este famoso deportista? Roger Federer. 

¿Por qué todos conocemos más la historia de formación de Tiger que la de Federer? Parece que culturalmente tenemos la tendencia a relatar estas historias increíbles de especialización por que caben dentro de una narrativa coherente y podemos extrapolarla a cualquier cosa a la que aspiramos ser buenos en nuestra vida. ¿Cuántas veces hemos escuchado: “elige una cosa y apégate a ella”?

El tema es que, como el trabajo del investigador David Epstein ha mostrado en varias áreas y disciplinas humanas:

En realidad, el camino de los Federer en el mundo es mucho más prevalente que el camino de los Tiger Woods, y sin embargo, las historias de los generalistas se escuchan mucho menos que las historias de los súper-especialistas.” (Epstein, 2021)

La mayoría de nosotros crecimos sabiendo que el mundo se vuelve cada vez más competitivo y complicado, por lo que debemos de especializarnos más y más. “Escoge una carrera, luego una maestría y luego un área muy específica para poder ejercer”, nos dicen nuestros padres de carne y hueso así como los del inconsciente colectivo. “Esta es la única forma de volverte un experto y tu único chance para poder llegar a ser el mejor”. (De hecho, Cheryl Heller apunta que todos creemos que los especialistas: “a) ganan más dinero; b) se hacen famosos más rápidamente; c) tienen más credibilidad; d) tienen mejores títulos en sus tarjetas  de presentación; y e) tienen más sexo [Porque tienen mejores títulos, tienen más tiempo y más confianza en sí mismos”]).

El tema es que cada vez hay más y más investigación que muestra que los grandes innovadores, los grandes disruptores, los grandes inventores y hasta los grandes médicos, no se especializan en un solo campo; sino que, en su constante motivación por seguir aprendiendo, cultivan el pensamiento lateral y el trabajo transdisciplinario. Estas personas saben que los grandes problemas de la civilización son problemas complejos e interconectados, y que el saber específico es muy necesario pero no suficiente para poder afrontarlos. 

No por casualidad el Foro Económico Mundial nos muestra cada cinco años que las mejores habilidades en el mercado laboral son, en primer lugar, las habilidades para resolver problemas complejos, y ahora en segundo y tercer lugar, al pensamiento crítico y la creatividad.  Y ¿qué es la creatividad sino la habilidad de aplicar lo que sabes en una situación que nunca antes haz visto?

Me gusta que en la lista de habilidades más valoradas ya incluyen por primera vez a la “flexibilidad cognitiva”. Ésta se puede definir como la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones novedosas, cambiantes o inesperadas. También como la capacidad mental de pensar en varios conceptos a la vez y aún más: la capacidad para cambiar constantemente nuestra propia identidad, nuestros roles y lo que se siente ser uno mismo en el mundo.

La súper-especialización es una bendición del mundo tecno-científico, una necesidad para que las economías y las sociedades funcionen, una gran forma de tener premios Nobel y premiarlos por cosas que usualmente la mayoría de nosotros no comprendemos. Y aún, cada vez vemos más premios Nobel en manos de personas que no se entrenaron formalmente en la ciencia por la cual reciben el galardón. Como Daniel Kahneman, un psicólogo que ganó el Nobel en Economía, o como el físico inglés Sir Andre Geim, quien a veces bromea diciendo: “I am not interested in re-search, only search” y así describe su forma de hacer investigación: “es bastante inusual. No excavo profundamente, sino que voy pastando superficialmente”. (Epstein, 2021, 273)

Se viene diciendo por años que la próxima gran industria por ser disrumpida será la industria de la salud, y que ésta será disrumpida no por los expertos dentro de ella -como lo médicos-, sino por gente que vendrá de otros campos. 

Yo estoy de acuerdo, aunque también sé que esa disrupción pude venir de adentro, siempre y cuando los médicos, los profesionales de la salud y los investigadores de bata blanca, sepan brincar las barreras cognitivas y científicas de sus campos, y puedan interrelacionar saberes, procesos e ideas con otras áreas de la tecnología, la sociedad, los negocios y hasta la política.  

Si bien siempre necesitaremos a médicos súper-especialistas que nos saquen apéndices y nos trasplanten corazones (no quisiera que un chef-político-comediante-cirujano me haga esta operación), ya no tenemos duda de que los problemas más grandes de salud en el mundo, como las enfermedades crónicas, requieren de una visión transdisciplinaria, holística y sistémica para poder colaborar intersectorialmente para su posible aliviamiento. Aún el profesional de la salud que sólo ve pacientes uno-a-uno, necesita habilidades y conocimientos más allá de lo que aprendió en su carrera.

Necesitamos a los Tigers de la medicina, pero presiento que los Federers nos están faltando aún más. No por ser más importantes sino porque hay mucho menos. 

En mi Curso de Pensamiento Complejo, Crítico, Multidisciplinario y Sistémico en Salud, hemos tenido médicos, psicólogas, nutriólogas, pedagogas, pero también empresarias, mercadólogos, ingenieros, biotecnólogos, y hasta la directora de una secundaria. Más allá de buscar una agenda común de cosas en las QUÉ pensar, lo que buscamos es una nueva forma de CÓMO pensar. Analítica y sintética al mismo tiempo. Enfocada y abierta. Específica en gran medida, pero también crítica para entender por qué cada especialista piensa como piensa. Y, sobre todo de vivir los beneficios no sólo de ver, sino de pensar, como lo hacen sus colegas de otras áreas cercanas y no tan cercanas. 

A todos los que somos padres nos queda claro que nuestros hijos requieren de una educación que tenga ambas perspectivas. Por un lado, la importancia de la disciplina y enfoque a actividades específicas, pero al mismo tiempo, que todo esté animado por una intrínseca curiosidad para poder brincar de una cosa a otra y explorar cosas que no tienen instrucciones predeterminadas o historias de éxito repetidas por la cultura común. 

"El reto que todos tenemos es cómo mantener los beneficios de la amplitud, la experiencia diversa, el pensamiento interdisciplinario, y la concentración tardía, en un mundo que incentiva y demanda la híper-especialización" nos dice Epstein. (Epstein, 2021, 13)

Te invito al próximo curso que está por empezar el 2 de marzo de 2022. Si estás en la industria de la salud o el bienestar (y aunque no lo creas tal vez todos estamos de alguna manera en ella), te invito a explorar lo que el pensamiento complejo y crítico pueden hacer por tu propia visión de lo que es la salud y tu papel en generarla. Te invito a conocer gente que cree en la súper-especialización sin olvidar la constante necesidad de la súper-interdisciplinareidad. Te invito a explorar la flexibilidad cognitiva que puedes tener en cuanto a la identidad de ti mismo, así como de jugar, al menos por un rato, como jugó Federer con más de 10 disciplinas que lo fortalecieron para llegar a ser el mejor. 

Y también te invito a jugar como Tiger, no por su súper-especialización, sino porque mostró que él también podía ser el mejor en un deporte en el que inicialmente no era admitida su raza. ¿Quién dice que si no tienes la formación convencional en medicina o salud, no puedes cambiar esta ciencia, arte e industria para siempre?

El Curso de Pensamiento Complejo, Crítico, Multidisciplinario y Sistémico en Salud empieza el 2 de marzo de 2022. Click aquí para más información. Y click aquí si tienes preguntas directas que pueda resolverte de forma personal. 

 

 

Bibliografía:

Epstein, David. 2021. Range. Why generalists triumph in a specialized world. Riverhead books.

Heller, Cheryl. Are You a Generalist Who Dreams of Being an Expert? Read this. Unreasonablegorup.com

Victor SaadiaComment