La Danza Escrotal_

De todos los años que llevo entrando a saunas
ésta es la primera vez que presencio
La Danza Escrotal

Será que siempre me cubro de otros hombres,
será que hay cosas más interesantes
que mirar una bolsa de almendras cubierta
de bellos ancestrales

No puedo dejar de mirar esta piel movediza
que trata de descifrar el clima.
De chamarra invernal
a pareo veraniego

Mi voluntad no controla el movimiento
y pienso
que tal vez es así todos los días.
Fuerzas que mueven fuerzas y uno distraído,
buscando los calzones de alguien más

Ahora alguien entra.
Otro hombre corpulento
-no es que yo lo sea.
Lleva una tanga de color azul.

¿Cómo será su danza?
¿Tiene idea de que algo así baila bajo la cobertura de su vergüenza?
¿Notó ya la mía
que no escondo por vez primera?

Tengo poca curiosidad
pero aún la tengo,
o ella me tiene a mí.
Engendradora de vida.

¿De qué hablan dos hombres desnudos que buscan calor?
¿De qué hablan dos almendras solitarias que comparten,
70 u 80 años
de compañerismo y complicidad?

Sufren juntos los golpes de la vida:
los balonazos
los dolores azules
las castraciones del Deber Ser

Quiero reparar más en esta alforja
cuya estética no es la de surcos y recovecos
ni la de vellos que se ablancan
ni la del comandante central que es más escéptico que dictador.

Aunque si se lo dices,
se intimida
y se esconde en su flacidez irreparable.

¿Qué hace este hombre con un celular en una cueva a 42 grados?
Hablando con sus ancestros y
con la descendencia que quedará
encerrada.

O no encerrada. 
Más bien esparcida por una curiosidad milenaria que
descubrió a los 12 años
y que sin mucha explicación
sigue practicando.

Como una fuerza que no viene de él
ni de su cultura castradora
ni de su deseo por ser alguien en ella.

Ahora el costalito quiere expandirse más allá de este cuarto
pero no solo por las fuerzas
que los fisiólogos han descrito.

Porque a su paso,
al darnos biología y religión,
hemos suprimido las voces
de feministas, activistas, transexuales.

Ciencia. Orden. Progreso.
Son quehaceres testiculares.
Y los inquilinos escrotales siempre hemos tenido más
tiempo en antena,
salarios,
potencia.

Imagina a una mujer descubriendo las semillas de su desnudez en una cueva de madera seca.
Y luego contando al mundo que
no las ha celebrado lo suficiente

y además,
practica la curiosidad milenaria.

Obscena, loca, embrutecida.
Pero, realmente,
ignorada.

Ahora,
el calor de la cueva va en aumento
y el de estos versos también.

Más fácil,
salirse aquí.
Ducharse
y repetir la misma historia.

Pero nos vamos a quedar un rato más
Porque hay que
des-cubrir la masculinidad
redefinirla a escroto abierto 

Asumir el privilegio
e ir a saunas de escrotos subalternos,
los olvidados
los escondidos
los censurados.
Los que no podemos llamar Escrotos.

Y entonces,
aguantar el calor que hemos creado.

De no hacerlo
las pequeñas almendras seguirán en perpetua inflación.
Y algún día
Nos vamos a arrepentir.

Mi esperanza,
para no terminar en miedo o paternalismo,
es que aprendamos a danzar juntes

siempre y cuando,
lo hagamos sin calzones.

Victor Saadia