Glifosato_
-1-
Hoy amaneció lluvioso
y huele a glifosato.
Mientras hacía yoga hace rato
pasó el jardinero en cubrebocas
y disparó el insecticida por todo el jardín.
Ahora me siento en la terraza
y no puedo quitarme el olor.
No es que huela feo -aunque sí-
pero siento como entra en mis alveolos
y diseca la vida que hay ahí.
En mis células
y en las células del mundo.
-2-
Yo no traje al jardinero
lo trajo el mundo en el que vivo
que le gusta jardín domesticado.
Pero ahora,
mi olfato se pelea con la vista.
¿cuál es más importante?
-3-
Cuando huele feo -como hoy-
recuerdo al más olvidado
de los sentidos humanos,
de los sentidos comunes.
Tal vez,
el único que recuerda
cómo olía el mundo antes
antes, de ser “el mundo”.
El olor de la selva-vida. Tantos
seres, caca, incomprensión.
La vida pues.
Ese olor no domesticado que tanto me incomoda
a la vista
y al olfato.
-4-
Lo que huele mal,
usualmente está mal.
-5-
Apenas una cuartilla escrita
y el olor del herbicida desapareció.
Mis neuronas –y las del mundo-
lo han normalizado.
Es esa habilidad humana
de entregarse a las apariencias
De seguir olvidando al más olvidado
de los sentidos humanos,
de los sentidos comunes.