Audiciones_
Desde la distancia, percibo el sutil y húmedo silbido del viento que se infiltra entre los árboles de la montaña. Puedo oler la niebla que acaricia las hojas y al pasar, deja unas perlas mojadas como testimonio.
Ese rocío, ese frío, ese olor a hierba y a tierra mojada, me convocan.
Y luego, también, el crujido de las hojas secas que se deconstruyen cuando camino sobre ellas. Sueño con acostarme, envolverme en un colchón de hojas milenarias, rodar y quedarme quieto, semicubierto, observando en la distancia las copas y los contundentes troncos que las sostienen.
Me veo abrazando al árbol, pegando el musgo a mi mejilla, sus arrugas con las mías. Lo abrazo como si fuera un ensayo, como alguien que leyó un guion y en su primera lectura en voz alta, espera su audición. Lo abrazo como si hubiera una cámara viéndome, como si fuera lo correcto. Lo abrazo con fuerza para que se sienta verdadero. Aunque sigue siendo una actuación.
Presiento que ese primer abrazo no es el bueno. Casi como cuando abrazo a mi recién nacido. Tengo la certeza de que el vínculo será inquebrantable, pero en este momento es palpable la distancia y extrañeza.
Quiero saber lo que se siente vivir cerca de los árboles. Quiero ver si puedo sentirme en casa. Quiero quitarme la camisa y la chamarra, la bota y el calcetín, y unirme a la tierra rogando que me escoja en la audición. Y luego, o en algún momento, sentirme merecedor. Sentirme parte de este círculo de intercambio de oxígeno-luz-tierra. Como he aprendido a sentirme cuando entro a un Starbucks o a un GAP. No me queda duda de que soy parte del círculo de intercambios.
Quiero sentir lo que se siente caminar en mi bosque sin que sea un escape, una forma de disminuir el estrés o de “estar cerca de la naturaleza”. Quiero aprender a caminar en el bosque sin tener que querer aprenderme los nombres de los árboles. Caminar sin exclamar, sin pensar, sin buscar las palabras para significarme lo que creo que este momento significa. No quiero sentirme ajeno a lo que sé que es mi casa, aunque nunca la he sentido como tal.
Estar en silencio sin que sea incómodo. Como en casa.
Y también, sin que haya contradicción, quiero seguir viviendo en mis jeans. Quiero mi agenda llena, quiero fluir por el bosque de la ciudad con total eficiencia y productividad. City mouse y country mouse. Traer la humedad de la hierba a mis juntas y la claridad de mi identidad a mis caminatas silvestres. Quiero ser el actor de ambas audiciones. Que ambas me elijan. Y entre que me acuerdo de mis líneas y entre que me acuerdo de que el silencio es más preciso, quiero estar contento de que, en ninguno de los dos guiones, soy el actor principal.