Síndrome del Impostor y Abundancia_
Sábado 30 de abril. Entra un mensaje por Instagram de un cuate que no conozco diciendo: “Me apunto a tu TallerRetiro”.
La emoción inmediata, casi automática, no es de alegría sino de Síndrome del Impostor: “¿Por qué esta persona confiaría en mí?” “Chance sabe más que yo y voy a hacer el ridículo” “Ni siquiera estoy preparado y ya estoy prometiéndole a desconocidos como salir de la escasez y entrar a la abundancia”.
Estas voces en mi cabeza tienen mucha verdad. No estoy preparado. Llevo apenas 2 años leyendo de este tema y mi visión la he generado casi exclusivamente a través de libros y TED Talks, así como de algunos ejercicios y conversaciones. En el mundo hay muchos más expertos en este tema. Gente no con un libro, sino con diez. No con un curso, sino con cien.
Y sin embargo, cada vez que empiezo un nuevo curso parece que todo funciona. ¿Por qué?
La idea que empieza a rondarme en la cabeza, es que tal vez cualquier proceso de transformación -que no puede no ser compartido con más personas-, no se trata únicamente de conocer las mejores técnicas, metodologías y programas. Sino de que el proceso sea de constante transparentización de los vidrios polarizados que ponemos para no mostrar lo que sucede dentro.
No estoy diciendo que la preparación no sirva. Por supuesto que sirve. Y no debemos dejar de buscar más títulos, programas y metodologías para lograr aquello que queremos. Pero presiento que el avance siempre dependerá de que tan transparentes somos con nosotros mismos en cada momento de ese viaje. Y cuánto de eso les permitimos realmente ver a los buscadores que están a nuestro lado.
Como coach, o como escritor, o como profesor, o como cualquier identidad que me quiera formar, tal vez la mayor efectividad en el rol viene de mostrarme a mi y a ti, mis dudas, mis puntos ciegos, mi completo compromiso por encontrar el camino, al mismo tiempo que no tengo ninguna certeza del mismo. Mostrarme a mí y a ti que tengo miedo y síndrome del impostor, arriesgando sentir vergüenza a cada paso que doy.
Este escrito es perfecto para ilustrar el punto. El mismo no existía antes de lanzar el TallerRetiro, es decir, aún no se convertía en parte de la campaña para darlo a conocer. Pero ya se volvió parte de ella porque estoy compartiendo estas emociones y reflexiones que sucedieron después de haber anunciado el curso, después de haberme expuesto públicamente a hacer algo que no estoy seguro de poder hacer bien. Esto es precisamente la “Escasez” con la que vivimos todo el tiempo y por lo cual hago estos talleres. No únicamente para ti, sino también para mí.
Pienso en los pocos grandes maestros y los grandes ejemplos que he tenido en mi vida. Aunque tengan 5 doctorados, siempre me dan la sensación de que están aprendiendo conmigo y no nada más me están enseñando lo que ya saben.
Aprender siempre es un tema colectivo. No solo para validar los conocimientos adquiridos, sino sobre todo para que las emociones confrontantes de estos procesos se integren como parte fundamental del aprendizaje. Tal vez son el aprendizaje mismo. Por eso cuando doy mis cursos creo que lo principal que se transmite no son los largos y a veces incansables temarios que expongo, sino la sensación de sostenimiento, complicidad e interdependencia que el grupo genera al estar transparentemente juntos.
Cambiar tu forma de hablar, de comer, de pagar, de trabajar, de organizar, de abrazar o de verte en el espejo, es una transformación que solo puede suceder acuerpando al impostor.
Así que, para terminar el mensaje de promoción y dejarlo corto para mayor efectividad: si quieres al experto que ya resolvió todo en su vida y te va a decir exactamente los pasos para vivir en abundancia, no busques aquí. De hecho, la abundancia no es algo que se logra, ni algo que se resuelve. La abundancia es la práctica constante de convencernos a nosotros mismos de que somos suficientes para aquello que queremos ser.
Sentirnos impostores es un componente del viaje de abundancia
Esto es lo que me estoy creyendo al dar click para publicar este escrito.