[Retiro] Intimidad de hombres
[Este artículo habla del próximo Retiro de Hombres: HerManDad]
Hace unas semanas recibí un email de un extraño invitándome a guiar una sesión dentro de su próximo retiro de hombres.
“Claro” – contesté.
Me encanta que me inviten a estas cosas. Sobretodo porque no hay suficientes retiros para hombres.
Unos días después nos encontramos en whatss app y acordamos la actividad que yo guiaría: Un taller para trabajar la relación con el dinero y la abundancia.
Llegó el día y me presenté en una casa en Valle de Bravo. Había siete hombres de entre 40 y 65 años. Un grupo diverso, pequeño. Estaban en la alberca.
“¿Dónde quieres que nos pongamos?” - me preguntaron.
“Vamos al pasto”. Siempre he sentido que sentarse en el suelo es mejor para este tipo de actividades.
Yo ya tenía planeada la sesión. Primero nos presentamos, luego les hablo de mi viaje con la relación del dinero, luego hacemos un cuestionario individual, después compartimos entre todos y cerramos con una meditación para afianzar lo trabajado, bajarlo al cuerpo y que no se quede solo en la mente.
Así que empezamos con las presentaciones. Pero tan pronto habló el primero, me empecé a sentir raro. Como que estaba yo entrando a un lugar precargado de energía. Estos cuates se estaban presentando conmigo y al mismo tiempo, estaban yendo mucho más profundo que decirme su nombre, profesión y la cantidad de hijos que tienen. No solo eso, sino que cuando uno hablaba los demás intervenían para darme más detalles de él: apreciaciones, bromas, metáforas para que vaya sintiendo al tipo de persona que tenía enfrente. Y el que hablaba no se sorprendía que lo interrumpieran o que dijeran una broma de él, al contrario.
Resulta que desde principios de la pandemia estos siete hombres se empezaron a juntar una vez al mes. Sus sesiones duran todo el día y cada quien tiene 1.5 horas para hablar de lo que quiera con sus compañeros. Le llaman el “check-in”. Cuando yo llegué a la casa de Valle de Bravo ya lo habían hecho.
Verlos hablar en ese círculo era como ver a una pareja comunicarse únicamente con el movimiento del pelo y el ceño fruncido dos milímetros a la izquierda. Es decir, más claro y profundo que comunicarse con palabras.
Creo que pude percibir su sincronía porque ya tengo unas antenas desarrolladas de que esta energía es posible entre hombres. Me temo que si hubiera ido hace dos años me hubieran caído bien pero no hubiera podido detectar esa profunda complicidad en la que estaba entrando.
Más que un momento para presentarse, lo que había ahí eran individuos que se expresaban a través de sus propias palabras, pero también a través de los gestos, bromas y comentarios de los demás. Todo lo que decían complementaba y completaba la identidad del que se presentaba. Cada comentario era parte una explicación lacaniana, parte un chiste que invitaba al otro a ir más al meollo de su asunto, parte palabras de aliento al detectar sus autodudas y vergüenzas, y parte un silencio o movimiento de pelo.
Resulta que estos cuates no se escriben por whatss app entre semana. No son amigos en el sentido tradicional del término, no salen juntos a cenar con sus parejas, no ven el americano. Cada uno vive su vida y solo una vez al mes se reúnen y se cuentan todo en sus monólogos de hora y media.
Entonces bajé la guardia y cambié de plan. Estos cuates ya tienen la disciplina para trabajar cualquier tema. Ya saben que el dinero está mezclado con la sexualidad, con la espiritualidad, con la vulnerabilidad, con la identidad. Me di cuenta que no tenía mucho que guiar dentro de este taller, solo tal vez, quería pertenecer a este círculo sagrado. Tal vez intuyendo que el vínculo siempre es lo que tiene el mayor poder sanador.
Nos quedamos tres horas sentados en el pasto, riendo, charlando, llorando, presenciando lo que sabemos hacer sin necesitar de un experto, guía o tallerista. Sin necesidad de un cuestionario para llenar y sentir que hicimos la tarea y se produjo valor por el dinero pagado.
Me gustaría creer que lo que más les di ese día -como algunos lo indicaron cuando estábamos cerrando la sesión- fue hacerles ver lo especial que tenían en ese círculo de hombres. Por supuesto que ellos sabían que era especial, pero tal vez ningún externo se los había dicho y había percibido esa profundidad que habían alcanzado después de tantas horas de presencia radical.
Me gustaría pensar que eso es lo único que se necesita: hacernos ver a los hombres que solo tenemos que estar juntos y vernos a los ojos y bromearnos y llorarnos y cuidarnos.
Me gusta pensar que esto es HerManDad. Un espacio para revivir algo que nos fue arrebatado en algún momento de la modernización de la vida. Legitimar algo que nos hace más hombres, no solo por tener pene sino porque eso es lo que nos hace más humanos. La intimidad con otros hombres nos hace más humanos.
Te invito a que te unas a HerManDad 2024. El grupo comienza el 21 de agosto y nos iremos cinco días de Retiro del 4 al 8 de septiembre. Para inscribirte, click aquí.
Si tienes dudas o quieres saber más del Retiro vamos a tener una Sesión Informativa por Zoom el Jueves 8 de Agosto a las 8:00 pm. Regístrate aquí.
Los retiros de hombres son como cualquier otro espacio que se comparte entre hombres. Se ríe, se juega, se mueve el cuerpo. La única diferencia es que se hacen con consciencia y entonces, reír, jugar y mover el cuerpo tienen una trascendencia que nos hace más humanos.