Mickey el aprendiz_

 

Cuando Mickey aprende a usar la varita mágica ordena a las escobas que cobren vida y hagan el trabajo por él. No sólo lo hacen más rápido, sino mejor.   

Mickey puede descansar, jugar PlayStation o navegar sus redes mientras le hacen la chamba.

Cuando salieron las sopas instantáneas y las comidas de microondas fue la misma cosa. Alguien cocinaba para Mickey para que Mickey pudiera descansar. Lo mismo cuando Amazon lanzó Prime y ahora todo llega a la puerta de su casa. Lo mismo con los celulares: ahora Mickey puede contactar y ser amigo de todos los billones de personas sin tener que invitarlos a tomar un café y peor aún, tener que transportarse para allá. El tema es que su aparatito ya no deja de sonar, y Mickey ya ni siquiera recuerda lo que era vivir sin que siempre haya algo nuevo en su campo de visión. Su cuerpo tampoco recuerda lo necesario que es un abrazo.

Hace unas décadas, Mickey estaba preocupado por el aumento de la población mundial. ¿Cómo le vamos a dar de comer a tanta gente? Pero los brujos de Monsanto y John Deere crearon los glifosatos y los tractores, y ahora se produce más maíz, trigo y soya de lo que jamás necesitarán Mickey y su especie. Los brujos corporativos vieron una solución de ganar-ganar: más comida, menores precios, nadie se muere de hambre. Además, qué delicia comer esta comida moderna y preempacada. Mickey no tuvo que aprender a cocinar para los suyos, se le olvidó que la zanahoria sabe mejor que el sabor zanahoria.

El abuelo de Mickey tenía que mandar cartas y luego fax. Tenía que limitar el tiempo de sus llamadas de larga distancia porque se cobraban por minuto. ¿Cómo iba a crecer su negocio así? Su abuelo se la pasaba de junta en junta viendo clientes y proveedores. Tenía que irlos a ver a su oficina. A veces sólo podía hacer una junta por día porque no podía correr más rápido de los que sus piernas permitían. Cuando se inventó el email y el Zoom, el abuelo pudo hacer de ocho a diez juntas por día y su negocio se escaló al cielo. Pero dejó de usar sus piernas, engordó y se enfermó.

Mickey no puede creer que su abuelo tenía que esperar una semana para poder ver el siguiente episodio de la serie de TV. Mickey creció con Netflix cuyo siguiente episodio empieza justo al momento preciso. Mickey no se dio cuenta que su abuelo dormía 25% más que su generación. No tiene idea lo que la falta de sueño le ha traído.

A Mickey le dicen que tiene que respirar, que deje las redes sociales, que aprenda un hobbie como cocinar. Tiene la varita mágica y la vida resuelta, pero no puede dormir, se siente solo sin poder nombrarlo y cuando llega el Covid le dicen que está en la población de riesgo.

Mickey aprendió del brujo porque supuso que el brujo sabía como controlar sus inventos. Nunca se imaginó que sus inventos lo iban a inventar a él.

Mickey está confundido.

Ya no sabe si él tiene la varita o la varita lo tiene a él.

Lo peor es que quiere pedirle a su varita que detenga todo para poder respirar y observar. Pero la varita no sabe detenerse. Parece que la magia ya no puede detener a la magia. Parece que el aprendiz era un mito porque Mickey no conoce a nadie que haya progresado en el aprendizaje de la magia. Sospecha que el aprendiz es un eterno aprendiz, no porque siempre haya algo más que aprender sino porque nunca aprende nada. Tal vez eso lo sabía el brujo, y lo dijo, pero nadie estaba ahí para aprehender su mensaje.

Mickey usó la magia para solucionar las cosas básicas de su supervivencia -su comida, su transporte, su estrés, su descanso, sus relaciones con gente- pero al hacerlo le arruinaron eso mismo. Ahora Mickey tiene diabetes, cáncer y depresión. Su sociedad tiene diabetes, cáncer y depresión. Su planeta también.

La varita mágica le sigue prometiendo un futuro mejor, pero Mickey ya no está tan seguro: sabe que las soluciones de hoy serán los problemas de mañana.

Victor Saadia