Oda al OXXO_

 
 

Todos los días
estás ahí para mí.
Tus cuatro letras
-más bien dos-
son mi seguridad.

Agua, leche, cereal, burritos.
En cualquier pueblo extraño
ahí estás. Y entonces,
ya no es un pueblo extraño.

¿Quiere pagar con puntos?
¿Quiere una recarga?
Tu predictibilidad reconforta.
Estas preguntas obligadas
vienen del inicio de los tiempos.

Ya eres más grande que los Arcos Amarillos ©
que las cafeterías verdes y aromáticas.
Tu informe anual
alegra a los accionistas,
te sigues centrando
en la disciplina financiera,
la eficiencia en gastos
y en la contención de costos
.

Ecualizas a los mexicanos que hacemos fila,
el policía, la secretaria, el oficinista, la enfermera.
El que atiende el mostrador del banco,
el que pide limosna en la puerta
y luego entra por otra Coca.

A mí que soy de la clase alta, blanca y educada
ya me duele ver el pan que no es pan,
el chocolate que no es chocolate,
el refresco que sí es refresco.

Sigo yendo por condones y a recargar el Tag,
pero me mareo entre el glutamato monosódico,
el amarillo IV, el metabisulfito de sodio,
el monoestearato de propilenglicol,
el Jarabe de Maíz de Alta Fructosa,
         la gasolina de todos los mexicanos. 

Abriendo una tienda nueva cada 12 horas,
tu impacto en el empleo,
la derrama económica,
la alineación de la cadena productiva,
es innegable.

Pero estos indicadores nos llevarán al fin de los tiempos.

¿Por qué no pones un huerto,
que todos le echemos agua
que cosechemos una hierba aromática
que probemos una lechuga fresca?

¿Por qué no les permites a tus vendedores
ofrecer lo que hacen en sus pueblos,
las camisas que tejen sus abuelas
las recetas que cocinan sus bisabuelas?

 

¿Por qué no tomas las botellas de PET
y las llenas de agua potable?
         En vez de efectivo o puntos,
que se paguen con una sonrisa.

 

¿Por qué no dejar de vender cigarros?
Esos millones extra,
ya no apetecen a nadie.

 

Imagínate usar a todos tus expertos
los de finanzas, marketing, merchandising.
Los de category management
business development
alianzas estratégicas.

 

Imagínate a esos MBA trabajando para idear ese futuro,
como ideaste y materializaste este presente.
Cambiaste a la civilización una vez
¿Por qué no otra más?

 

Me queda claro que siempre me podrás rebatir y censurar,
decir que esto es lo que la población demanda,
los accionistas,
las reglas del juego.
Tienes razón.

Pero ya no mandes solo a tus abogados o publirrelacionistas.
Manda a tus hijos,
los niños y niñas de México,
que ahora creen que la conveniencia,
es encontrar exactamente lo mismo,
en todas las geografías
y en todas las etapas
de su vida.

 

Que ahora creen que las vitaminas y minerales que adicionamos,
son la receta para triunfar y estar nutridos.
Que lo empacado es lo que consumen sus héroes
al otro lado del charco
y del planeta.  

 

No apelo a la moral, la ética, el sano juicio, la empatía.
No eres tú el inmoral, el injusto, el loco, el despiadado.
Así es nuestro sistema. Esto es lo que hemos hecho de nosotros.
Si no eres tú, será el Sieteonce o el K,
o todos los demás inteligentes que le agarraron al juego.

 

A lo que sí apelo, es a la valentía.
a aquello que no tiene garantía,
que es un salto al vacío,
un riesgo de suicidio.

 

Valentía de aspirar a otros indicadores,
de decir las cosas como son,
de apropiarnos de nuestras contradicciones,
de atrevernos a saber que los costos no solo se miden
en el descuento que le sacamos al proveedor
con el pretexto de transferirlo al consumidor.

 

Yo no lo sé.
Yo ya no creo en el boicot ni en la culpablización.
Seguiré entrando por tus puertas,
como entro por mi casa.
Solo creo que la poesía se puede hacer en los negocios,
mucho mejor que con las palabras.

Victor Saadia